Una joven bombardeada en su casa en la zona de los Balcanes. Niñas brasileñas que ejercen la prostitución aún sin saber casi lo que es. Un palestino atacando a un helicóptero israelí con un tirachinas. Una niña sufriendo la ablación en Kadi. O mujeres de Bangladesh con la cara abrasada por las peleas entre sus familiares.
Son sólo algunas de las fotografías del fotoperiodismo español que se exponen hasta el 27 de mayo en la sede Social de Caja Madrid en Zaragoza.
El título de la exposición:
"Latidos de un mundo convulso". El sonido de los latidos del corazón acompaña de fondo a los visitantes que se atreven a adentrarse en las distintas atrocidades que muestran las imágenes. Un mundo convulso. Un mundo lleno de guerras y de asaltos contra los derechos humanos de las personas.
El mensaje: "Muchas veces lo que incomoda no es la fotografía sino la propia realidad". Sandra Balsells, fotoperiodista y comisaria de la exposición, trasmite con ella la intención de las fotografías: si con ellas se mueve una sola conciencia, entonces merece la pena mostrarlas. Y ese parece ser el objetivo de los fotoperiodistas que exponen allí.

Estos son muy diferentes. Desde
Kim Manresa, que viaja con una cámara barata, recién comprada... porque lo esencial en las imágenes que muestra no es la calidad técnica sino la injusticia que hay detrás de ellas. Hasta Fernando Moleres, que ha trabajando durante más de seis años en el proyecto "Niños trabajadores" y nos habla de la explotación infantil en distintas partes del mundo. Pasando por Santiago Lyon y Enric Martí, más preocupados por los conflictos en los Balcanes. Y siguiendo con Sandra Balsells, Javier Bauluz, Clemente Bernad, Paco Elvira, Cristina García Rodero y Gervasio Sánchez.
Cada uno de los diez prestigiosos fotoperiodistas aporta diez imágenes de los escenarios más dramáticos de los últimos treina años. Injusticia, guerra y miseria resumen la muestra. Empezando por la Revolución de los Claveles y terminando con la cruenta Guerra de Irak, las imágenes muestran distintos conflictos humanos, como los de la ex Yugoslavia y Ruanda en los 90 o los escenarios conflictivos permanentes en Oriente Medio y el País Vasco. Además, le acompañan violaciones de derechos humanos como explotación infantil, violencia sexista, deportaciones...
Una visita obligada tanto por la calidad de los fotoperiodistas como del mensaje.